miércoles, 27 de mayo de 2015

Repartir el agua...

La distribución del agua por las acequias hasta los terrenos de cada partícipe requería de una serie de puntos de distribución o de reparto con precisión milimétrica. 
Para ello se introdujo desde Madeira, en los primeros años de la Colonización, una curiosa obra de fábrica, un medidor-distribuidor denominado caja de agua, arquilla, tronera o cantonera... 
Esta curiosa arquitectura hidráulica adquiere plena identidad hacia el siglo XVIII, cuando los fraccionamientos de los partícipes se acentúan y se requiere una mayor precisión en los repartos. 
Así se van construyendo verdaderas obras, algunas de madera pero casi todas de albañilería con o sin cantería noble de cada lugar, que hoy son preciados bienes patrimoniales. 
Las cantoneras o pesadores más comunes constan de dos o más estanques de pequeñas dimensiones intercomunicados por el fondo, con los más variados diseños arquitectónicos. 
El primer recipiente recibe el agua de la acequia, que pasa ya remansada al siguiente recipiente, el cual posee en sus muros laterales varias bocas o troneras hacia el exterior. En estas unas regletas graduadas marcan la medida de salida del agua. 

En Gran Canaria los catálogos etnográficos contabilizan un total aproximado de medio millar, tanto a cielo abierto como dentro de habitáculos (las casillas del agua). 
Estas se construyeron para asegurar el reparto y la medida del agua ante los hurtos. El 80% de las mismas están en la zona de barlovento.
Son muchas las cantoneras que aún quedan, sobre todo en el norte de Gran Canaria. Quizás alcancen el rango de paradigma de la arquitectura hidráulica las cantoneras y casillas del agua construidas a lo largo de las acequias de la Heredad de Arucas-Firgas, realizadas con la emblemática cantería azul de Arucas. 
Pero hoy las modernas llaves de distribución, en las nuevas redes de tubos de plástico que sustituyen la infraestructura tradicional, han puesto en desuso tanto las acequias como las cantoneras. 
Es un patrimonio cultural en peligro. 

Nuestros maestros de aguas de siglos atrás, sin ser ingenieros, aplicaban por la experiencia, leyes fundamentales de Hidrodinámica; porque, las cantoneras constan de varias tanquetas comunicadas por el fondo para amansar el agua y distribuirla adecuadamente. 
En sus bocas de salida, con un ancho estudiado y alcanzado el nivel del agua una misma altura conseguían el caudal de salida deseado, según la medida del fluido en cada lugar; porque, según el Teorema de Torricelli, el caudal de salida (con el agua ya amansada) se podrá evaluar tan solo con la medición de la altura del agua.

Fuente :
El Agua en CANARIAS  -  Francisco SUAREZ MORENO

Saludos,
G.M.MONSECCA

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