lunes, 5 de septiembre de 2011

Los caminos tradicionales en CANARIAS...

El Pajar, que ha publicado en sus diferentes monografías más de quinientos artículos que se han convertido en notarios de la historia y la realidad canaria, abarcando asuntos como la pobreza, la emigración, las hambrunas, las guerras o el caciquismo, mantenía una deuda con la redes viarias tradicionales de las Islas, en las que se abunda en este nuevo número gracias a la colaboración de importantes expertos y desde un punto de vista multidisciplinar.
La primitiva red de caminos que atravesaba las Islas encuentra su origen hace miles de años en las sociedades indígenas, unas vías que fueron aprovechadas más tarde por los primeros colonizadores europeos tras la Conquista, en el siglo XV.
Posteriormente, sobre todo a partir del año 1800, fueron completadas, hasta que a mediados del siglo XX, no hace demasiado tiempo, perdieron casi por completo su funcionalidad debido a la generalización de las carreteras. La creación de vías destinadas a los vehículos de motor convirtió las redes de caminos en un vestigio del pasado.
No obstante, el desarrollo en los últimos años del senderismo en su vertiente cultural, una disciplina que cuenta cada vez con un mayor número de adeptos, ha permitido que muchas de las vías olvidadas recuperen la funcionalidad perdida.

Una treintena de artículos de prestigiosos investigadores y especialistas en distintas materias recogen, con amplitud de detalles, muchos de ellos determinados por las condiciones orográficas y bioclimáticas de las diferentes comarcas del Archipiélago, desde la realidad histórica de la primigenia red de comunicaciones terrestre hasta la huella que han dejado con el paso del tiempo y su influencia en las personas.

Los caminos de cada una de las Islas, por ejemplo, presentaban unas marcadas singularidades, como era el caso de las vías rectas y anchas de Lanzarote y Fuerteventura, favorecidas sin duda por la orografía llana de ambos territorios, o la compleja red de caminos en herradura, principales y secundarios, que se desarrollaron en las restantes islas. A ellos se añadían un sinfín de vías menores como veredas, atajos o pasos de montaña.


Fuente : Asociación Cultural Pinolere - Cuaderno de Etnografía Canaria nº29

Un saludo,
G.M.MONSECCA
FMCL

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