EL ÁRBOL GAROÉ
Corría el siglo XVI cuando ya quedaban pocos aborígenes en la isla de El Hierro, y los que había cuidaban de un árbol muy especial, el conocido como Garoé, gracias al cual aquellos que lo adoraban recibían gran cantidad de agua dulce. Este mítico árbol se encontraba en una zona cercana a Tiñor, en una ladera constantemente bañada por el alisio, y a unos mil metros de altura sobre el nivel del mar.
Se sabe que el árbol Garoé era de impresionante tamaño y que su tronco tenía un metro y medio de diámetro. Su importancia fue tal por aquellos días que aún hoy en día su recuerdo pervive en el escudo oficial de la isla y, por supuesto, en la Historia de las Islas Canarias.
Hay que tener en cuenta que, gracias a su grandiosa presencia, captaba el agua condensada en el mar de nubes y las caídas con las lluvias, consiguiendo así mantener a su alrededor la suficiente humedad como para que la tierra fuera fértil. Además de sus ramas caían también gotas de agua que eran aprovechadas por los antiguos herreños.
Hoy en día se piensa que podría haber pertenecido a una especie que tiene por nombre OCOTEA FOETENES ( Endemismo Canario y de Madeira )*
Pero he aquí que, en 1610, fortísimos vientos arrasaron toda esa zona y el árbol Garoé fue arrancado de la tierra que tan orgullosamente lo alimentaba.
Tras él, la población aborigen de El Hierro ( los bimbaches ), también desapareció por falta de agua, entre otras cosas. Los españoles por su parte, ya instalados en la isla, pidieron ayuda a su rey ante la sequía, pero no recibieron respuesta y se cuenta que muchos de ellos terminaron muriendo de sed.
Pero vayamos al momento en que los navíos españoles aparecieron en el horizonte…
La leyenda cuenta que, ante la llegada de los españoles, los bimbaches se reunieron y decidieron ocultar su existencia a los extranjeros. Así, si no descubrían esta prodigiosa fuente de agua dulce, la sed acabaría por hacerlos desistir de su idea de asentarse en aquellas tierras. Para ello guardaron reservas suficientes y se abstuvieron de acercarse al árbol que les daba vida.
Y a punto estuvieron de conseguir su propósito. Pero Agarfa, una joven bimbache, enamorada de un soldado andaluz que formaba parte de la expedición, lo condujo directamente hasta el árbol que el necesario elemento les proporcionaba, traicionando así a los suyos. Poco después Armiche, el Mencey, fue capturado y con él todos aquellos que lo seguían y defendían
Un saludo,
G.M. MONSECCA
FMCL
1 comentario:
He leído la historia varias veces y nunca me canso de leerla. Es bonita y triste a la vez. Saludos.
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