Corría el año de 1797 y Santa Cruz era un incipiente puerto, que empezaba a convertirse en el mas importante de la isla. También era un plaza fortificada que en numerosas ocasiones tuvo que defenderse del ataque de piratas y corsarios que intentaban hacerse con el dominio de la ciudad y de las islas.
Durante mucho tiempo los ingleses quisieron conquistar las islas Canarias por ser un punto estratégico en la ruta hacia las Américas. Uno de los mas importantes militares de la flota inglesa, el Almirante Nelson, fue el encargado de llevar a cabo la anhelada misión y se le dotó de una pequeña escuadra para ello.
Nelson, con su flota de navíos y una dotación de 900 hombres, organizó la toma de la ciudad tinerfeña, la cual estaba resguardada tras varios fortines artillados situados en la costa y en las alturas.
La noche del 21 al 22 de julio de ese 1797, los santacruceros avistaron la flota inglesa y avisaron al Gobernador de Tenerife el cual dio orden de preparar las defensas contra el inminente ataque. Para ello reunió y desplegó por toda la zona las milicias de que disponía, milicias que estaban formadas en su mayoría por los propios vecinos de santa Cruz, y que contaban también con un destacamento francés.
Afortunadamente el primer intento de desembarco inglés fracasó, ya que los defensores estaban alertados y los vientos desfavorables abortaron el intento.
Al día siguiente lo intentaron de nuevo, y se produjo entonces un desembarco de unos 1.000 hombres en la Playa de Valleseco. Pero gracias a los hombres que disparaban desde el castillo de Paso Alto, y gracias también a lo escabroso del terreno, los ingleses tuvieron que iniciar su retirada y embarcaron de nuevo. Su segunda intentona había fracasado.
A ultima hora del día 24 de Julio, los ingleses decidieron intentar el tercer desembarco y unos 700 soldados se prepararon para el asalto final. A primeras horas del día 25 de Julio, en silencio y con sigilo, se acercaron a la bahía, pero la Fragata española San José dio la alarma y el castillo de Paso Alto lo mismo. La baterías hicieron fuego y tanto castigaron a los ingleses que causaron muchas bajas en la flota invasora.
De hecho incluso Nelson, que viajaba en unos de los botes que logro desembarcar, recibió un impacto del conocido como “Cañón Tigre” en el brazo que se lo destrozó por completo y fue evacuado.
La rendición fue firmada el día 25 de Julio y todos los ingleses reembarcaron en sus naves y se fueron llevándose a su almirante herido en su cuerpo y en su orgullo. Sin embargo, desde su navío escribió una carta al por entonces Gobernador de Tenerife, General Antonio Gutiérrez, para agradecerle su generosidad para con él y sus hombres.
La Bahía de Santa Cruz y sus habitantes se cubrió de gloria, y el Cañón Tigre se puede admirar desde entonces en el Museo Militar de Canarias Base de Almeida en Santa Cruz.
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