Amig@s
Ya esta a la venta, este magnifico trabajo.
El libro, de cuidada edición y pionero en su formato, consta de dos partes bien diferenciadas. Una primera de carácter histórico-arqueológico, en la que se da a conocer la existencia de la enigmática cueva funeraria de las Mil Momias, en el Barranco de Herques, límite actual de los municipios sureños de Fasnia y Güímar, en Tenerife.
En esta cueva se descubrió un conjunto numeroso de guanches momificados, seguramente el más relevante de cuantos se han hallado en el Archipiélago y cuyo eco sigue aún vivo entre los arqueólogos, historiadores y amantes del pasado.
La simple mención del emplazamiento de la citada cueva, no sólo alimenta un interés justificado, al tratarse del mayor yacimiento funerario de las Islas, sino que además posee un cierto halo de misterio que no deja de resultar desconcertante, por lo que ha sido definido por algunos estudiosos, como “el Santo Grial” de la arqueología canaria.
De todas las manifestaciones arqueológicas de Canarias, seguramente lo referido al hallazgo de momias de los primitivos habitantes de las islas fue siempre considerado por los estudiosos un aspecto relevante de su cultura, como así lo entendió ya desde el siglo XVIII el historiador tinerfeño, el ilustrado Viera y Clavijo.
Como un hecho “interesante en la historia de nuestros antiguos isleños (…) que se esmeraron en honrar la memoria de sus difuntos y preservar de la corrupción los cadáveres”.
Para muchos de los viajeros europeos que desde muy pronto se acercaban a estas islas atlánticas llenos de curiosidad científica y con espíritu de aventura, sería ése uno de sus principales atractivos.
Conocer este particular fenómeno de su cultura -cargado sin duda de un fuerte exotismo-, era un hecho importante al tratarse de una manifestación totalmente diferente de lo que por entonces, y a excepción de las momias egipcias, se conocía en Europa del pasado lejano de las sociedades prehistóricas.
Para los habitantes de estas islas, con el paso del tiempo se transformarían también en objeto de curiosidad, cuando al cabo de dos siglos de terminada la conquista, los isleños habían perdido la memoria de sus ancestros y sus costumbres les resultarían ya tan extrañas como a los europeos que dieron cuenta de ellas
Tienes, que leerlo.
Un saludo,
G.M.MONSECCA