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Es una de las 2,500 especies que forman la familia de las ARACACEAS ( Palmae ), distribuidas a lo largo de todo el mundo. Pertenece a un género, Phoenix, que solo tiene trece especies a nivel mundial.
Es un árbol que se encuentra en todas las islas Canarias de manera aislada o formando bosques llamados palmerales, encontramos magníficos ejemplos de estos en todas las islas de Canarias, siendo en la del Hierro donde solo las podemos ver de forma dispersa.
Son famosos los palmerales de Tirajana, Fataga, Guiniguada, Tamaraceite, los de Valle Gran Rey, los de Pájara, los de Haría ó en el Valle de Cercado...
Es una especie muy longeva, tanto que sus ejemplares más viejos pueden llegar hasta los tres siglos de edad y su ritmo de crecimiento, es de 5 a 40 centímetros por año.
Tuvieron que ser extraordinariamente abundantes, pues en todos los registros históricos, se hace referencia a ellas, incluso muchas toponimias y gentilicios le deben su nombre ( La Palmita, El Palmital, La Palma, Las Palmas, etc... )
La explotación natural de la palmera se ha mantenido hasta nuestros días, en la forma en la que se hacia originalmente; del tronco, tras ahuecarlos, se sacaban los corchos para las colmenas y como depósito para guardar sal u otro tipo de salazones. Los frutos, las támaras, se utilizaban como fuente alimenticia del ganado.
De las hojas ó pencas se siguen sacando una enorme variedad de productos de la artesanía popular cuya utilidad sigue vigente ( escobas y palos de escobas, cestos, ceretos, sombreros, sogas, etc... )
En la isla de la Gomera, se mantiene la extracción de la savia ( Guarapo ), para la elaboración de la miel de palma, después de guisar el guarapo. En esta isla, es tradición en las zonas guaraperas, comprar, vender y heredar palmeras...
La PALMERAS CANARIAS, por su porte y majestuosidad han llevado a ser una de los arboles más utilizados y codiciados en jardines de todo el mundo. De hecho, palmeras canarias se localizan en jardines y calles de más de 80 países en todo el mundo.
Pero este éxito, también ha traído una fuente de problemas de la especie, la hibridación con la palmera datilera, las malas practicas en sus cuidados, la apatía frente a la introducción de algunas terribles plagas, como las del picudo rojo u otros escarabajos y hongos, ponen en peligro la supervivencia de esta nuestra especie y por lógica de esos palmerales.
Recuperar el valor infinito de esta palmera universal, mirarla con el cariño que se merece y cuidarla con mimo es la única manera de mantener un emblema que es patrimonio exclusivo de los CANARIOS y un elemento indisociable de nuestro paisaje y de nuestra historia.
Estamos a tiempo.
Un saludo,
G.M. MONSECCA
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